Todo empezó con unas cuantas alumnas sin más pretensión que iniciarse en la danza del vientre, con una profesora, Vanesa, que consiguió que amáramos este arte y que continuáramos año tras año, y así, clase a clase, fuimos compartiendo momentos y confidencias hasta llegar a convertirnos en un grupo de grandes amigas que se unen para sacar adelante este proyecto.
Somos chicas corrientes: distintas edades, profesiones, algunas más altas, otras más bajitas, algunas flaquitas, otras más redondeadas, rubias, morenas y hasta pelirrojas. Sin embargo, a todas nos une la pasión por la danza.
Nos evadimos de nuestras rutinas de clientes, pacientes, jefes, metros, balances, atascos, novios y maridos para vestirnos de hermosas bailarinas y poder soñar durante un “tiempo” que somos una princesa y nuestro estudio es un rincón mágico donde suenan los exóticos tambores que nos trasladan a los países de las 1001 noches, y entonces, recreándonos al son del alegre tintineo de las moneditas movidas por el ritmo de las caderas florece la diosa que cada una llevamos dentro.