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Todo empezó con unas cuantas alumnas sin más pretensión que iniciarse en la danza del vientre, con una profesora, Vanesa, que consiguió que amáramos este arte y que continuáramos año tras año, y así, clase a clase, fuimos compartiendo momentos y confidencias hasta llegar a convertirnos en un grupo de grandes amigas que se unen para sacar adelante este proyecto.
Somos chicas corrientes: distintas edades, profesiones, algunas más altas, otras más bajitas, algunas flaquitas, otras más redondeadas, rubias, morenas y hasta pelirrojas. Sin embargo, a todas nos une la pasión por la danza.
Nos evadimos de nuestras rutinas de clientes, pacientes, jefes, metros, balances, atascos, novios y maridos para vestirnos de hermosas bailarinas y poder soñar durante un “tiempo” que somos una princesa y nuestro estudio es un rincón mágico donde suenan los exóticos tambores que nos trasladan a los países de las 1001 noches, y entonces, recreándonos al son del alegre tintineo de las moneditas movidas por el ritmo de las caderas florece la diosa que cada una llevamos dentro.

1001 NOCHES ألف ليلة وليلة




















Ella apareció entre las tinieblas y en el acto res-
plandeció el día; su luz ilumina las auroras.
Cuando ella parece, de su resplandor toman la
luz los soles, y las lunas, el brillo.
Las criaturas se postran cuando ella aparece, y
los velos se desgarran.
Los relámpagos de su mirada hacen caer, como
cae la lluvia las lágrimas de sus amantes.


Las mil y una noches